En los meses posteriores a la pandemia del COVID-19, el grupo criminal venezolano Tren de Aragua profundizó su posición en al menos siete países latinoamericanos, con la anuencia del régimen de Nicolás Maduro.
Según la organización no gubernamental (ONG) Transparencia Venezuela, el Tren de Aragua puede describirse como una “megapandilla”, que resultó de la combinación de varios grupos criminales. Es la “organización más grande y poderosa de Venezuela” con más de 4.000 delincuentes. Su capo, Héctor Rutherford Guerrero Flores, dirige desde el Penal Judicial de Tocorón en el estado Aragua, cárcel ubicada a 90 kilómetros de la capital, Caracas.
Jorge Govea, representante de la ONG Observatorio Venezolano de Violencia, dijo a Diálogo el 8 de julio que la expansión internacional del Tren de Aragua comenzó entre 2017 y 2018, a medida que disminuían las oportunidades económicas en el país debido a la compleja crisis humanitaria. Luego, los delincuentes se aprovecharon de las oleadas de migrantes.
“El factor más importante es la ganancia económica en actividades ilícitas. Donde hay una oportunidad, actúan de manera casi empresarial […]”, dijo Govea. “Empiezan a explotar esto en los países vecinos; comienzan a emigrar. Ya no son alianzas con bandas de otros países, sino ellos mismos en persona. Siguen la ruta de los migrantes venezolanos”.
Así, uno de los primeros emprendimientos de los miembros del Tren de Aragua fue asegurar el control de los pasos fronterizos desde el sur del estado Zulia hasta Apure, dijo Govea.
Según Transparencia Venezuela, en cinco años, el Tren de Aragua se había posicionado en Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Brasil, Bolivia y Costa Rica.
En un informe de diciembre de 2022, el Observatorio de Narcotráfico de Chile, parte de la Fiscalía General de Chile, destacó la violencia extrema como una característica de los miembros del Tren de Aragua.
Tanto en Chile como en Colombia, gobiernos y entidades regionales como la alcaldía de Bogotá, están instando al régimen venezolano a actuar contra el Tren de Aragua, ya que la organización criminal opera desde una instalación que debería estar bajo el control del régimen.
En la última semana de julio, la policía colombiana reportó la captura de 23 presuntos integrantes de esta organización. Se les acusa de extorsionar a traficantes y trabajadoras sexuales y de tráfico de drogas a pequeña escala. La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, dijo que no han recibido “ningún apoyo” de las autoridades venezolanas para identificar y capturar a estos delincuentes, a pesar de las solicitudes de ayuda por los canales oficiales.
“La inacción de Maduro se debe a que el Tren de Aragua es una especie de brazo armado de su régimen”, dijo a Diálogo la periodista e investigadora venezolana Ronna Rísquez . ‘El régimen, no solo el de Maduro sino también el de [Hugo] Chávez, entendió rápidamente que podía tener a su servicio este tipo de organizaciones como los colectivos [paramilitares] o megapandillas, y las utiliza para lo que necesita .”
El director del centro de estudios estadounidense Center for a Secure Free Society, Joseph Humire, también sospecha que el Tren de Aragua “recibe el apoyo del régimen de Maduro”.
Según Rísquez, esta situación no cambiará en el futuro inmediato, ya que el Tren de Aragua servirá a los propósitos del oficialismo venezolano en año electoral.
“Maduro no sabe si va a necesitar el Tren de Aragua el próximo año [2024] para reprimir una protesta o que lo ayuden en otra cosa. Él no va a cambiar eso en este momento”, dijo Rísquez.
mirando al norte
El siguiente paso en el proceso de expansión de este grupo criminal venezolano es Estados Unidos. Según Rísquez, hay información de que líderes de la organización que estuvieron en Chile han iniciado el viaje a Estados Unidos por el Tapón del Darién. Cree que uno de ellos sería Larry Amaury Álvarez, también conocido como Larry Changa.
“Las autoridades chilenas no saben cómo se fue. Entonces debe haber sido por un cruce no autorizado […]. Cruzó la frontera entre México y Estados Unidos”, dijo Rísquez, y agregó que los exconvictos del penal de Aragua se mudaron a Miami y abrieron iglesias evangélicas, que se utilizan para enviar recursos para financiar actividades sociales en Aragua.
“En Venezuela las actividades del Tren de Aragua están camufladas, mientras que en los países latinoamericanos son el foco de atención pública”, dijo Govea. “Aquí [en Zulia, Venezuela] pareciera que [el grupo criminal] no existe. Hay un vacío total. Nadie habla de eso, ya que en materia de seguridad ciudadana nos dicen que la delincuencia está bajando […]. No se reconoce esta situación”, concluyó.
Fuente : Dialogo Americas
