La relación de Brasil con China y algunos de los acuerdos comerciales firmados recientemente para que empresas chinas inviertan en la nación sudamericana, encendieron las alarmas de sectores industriales, alertando sobre competencia desleal que perjudica al mercado local.
A mediados de abril, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva viajó a Pekín buscando ayudar a revitalizar el alicaído sector industrial de Brasil, y firmó varios acuerdos por valor de unos UDS 10 000 millones, informó Associated Press. Sin embargo, meses después de la firma de esos acuerdos, cuyos detalles no han sido revelados, los brasileños están empezando a experimentar la “dinámica depredadora de la economía china”, informó el sitio argentino de noticias Infobae.
“China es hoy el primer socio comercial de Brasil, por lo que busca cierto grado de apertura mayor de la economía de Brasil hacia China y así mutuamente”, dijo a Diálogo el 7 de agosto Juan Battaleme, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Según Infobae la economía del régimen comunista estimula a las empresas chinas a invertir en el extranjero para ganar nuevos mercados, recursos naturales y conocimientos tecnológicos.
Brasil, Infobae informó, comienza a darse cuenta de esto con el sector textil, en el que surgen dinámicas que en otros países, como en Italia por ejemplo, ya destruyeron gran parte de la producción local desde hace 20 años.
Pocos días después de la reunión de Lula con el presidente de China Xi Jinping, el ministro brasileño de Economía Fernando Haddad anunció el compromiso del gigante chino del comercio electrónico Shein, de “nacionalizar” el 85 por ciento de sus ventas en Brasil con productos fabricados en Brasil, indicó Reuters.
La inversión anunciada es de USD 750 millones, pero sin embargo no parece ser tan ventajosas para los locales. Por ejemplo, entre las empresas brasileñas comprometidas con Shein está la textil Coteminas, con una sede en Blumenau, en el estado de Santa Catarina, que por lo pronto ya despidió a 700 trabajadores.
Para Carlos Alexandre Maske, del Sindicato de Trabajadores del Textil de Blumenau, existen claras incoherencias.“Es una contradicción, porque Blumenau anunció una colaboración con Shein mientras penalizaba a sus trabajadores”, le dijo a Infobae.
El portal estadounidense Político, remarcó que Shein estuvo recientemente en la mira del Comité Selecto de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos sobre China, por el supuesto trabajo esclavo utilizado en la producción de prendas de vestir en la región de Xinjiang, donde se denuncian abusos de las autoridades chinas contra los musulmanes uigures.
Infobae agregó que Maske mostró preocupación pues se favorecerá a la industria china en detrimento de la nacional. Fernando Pimentel, presidente de la Asociación Brasileña de la Industria Textil, alertó sobre dificultades fiscales y afectaciones profundas en el aspecto competitivo.
El Gobierno brasileño informó que su objetivo es relanzar las relaciones con su principal asociado comercial desde 2009. En 2022, China importó más de USD 89 000 millones en productos brasileños, especialmente soja y minerales y exportó casi USD 60 000 millones en productos diversos al mercado de Brasil.
“La razón para firmar estos acuerdos es porque Brasil es la puerta de entrada de muchos productos chinos para la industria automotriz, como software y chips”, comentó Battaleme.
Los compromisos firmados abarcan sectores como el espacio, investigación e innovación, economía digital, intercambio de contenidos de comunicación y facilitación del comercio, detalló la agencia de noticias estatal Agência Brasil.
Battaleme opinó que cuando se empiece a abrir el mercado a China, los productores que compiten directamente contra ese país se darán cuenta que los chinos rivalizan con lógicas laborales y de acceso a mercados muy diferentes a los que presenta el empresariado de Brasil. “Entonces las mayores tensiones surgirán en el mismo entorno”.
Por ejemplo, la empresa china BYD anunció que construirá en Brasil su primer centro de vehículos eléctricos fuera de Asia. La planta funcionará en 2024 en el estado de Bahía para expandirse en Latinoamérica, señaló el 4 de julio la agencia Bloomberg.
La iniciativa incluirá producción de autos híbridos y eléctricos, una unidad enfocada en chasis para autobuses y camiones eléctricos y otra para procesar litio y fosfato de hierro para el mercado internacional.
BYD está en Brasil desde 2015, cuando abrió una fábrica de chasis para autobuses eléctricos en Sao Paulo. Más tarde, empezó a producir módulos fotovoltaicos en la misma región y baterías de litio hierro fosfato en el estado de Amazonas.
“La capacidad de productividad que tiene China no es la misma que tiene Brasil. China hoy es un gran defensor del libre mercado porque puede competir mucho más eficientemente que muchas economías de Latinoamérica”, completó Battaleme. “Debemos considerar el peligro que esto implica en la pérdida de empleos en nuestra región, además de llenarnos con productos de ínfima calidad”.
Por lo pronto, activistas de derechos humanos y dirigentes sindicales instaron al Gobierno de los EE. UU. a prohibir en el país los productos fabricados por musulmanes uigures con trabajos forzados en la región china de Xinjiang, debido a que la esclavitud y la coacción contaminan las cadenas de suministro de las empresas chinas, reportó The New York Times el 8 de agosto.
Fuente: Dialogo Americas