Si bien el staff técnico del organismo había reclamado la semana pasada profundizar el ajuste en unos u$s2.000 millones, o en 0,5 puntos del PBI, finalmente primó el compromiso original y el FMI dejó de lado el reclamo de una profundización de la presión sobre el gasto público.
La posición dura que mostró la Argentina como réplica a los reclamos de última instancia del Fondo Monetario Internacional, tuvieron cierto efecto en un capítulo clave de las metas que el país debía cumplir dentro del programa de Facilidades Extendidas suspendido desde abril. El déficit fiscal para todo el ejercicio 2023, sería de entre el 1,9% y 2,1% del PBI, manteniendo la proyección establecida en el acuerdo original firmado en marzo del año pasado.
Si bien el staff técnico del organismo había reclamado la semana pasada profundizar el ajuste en unos u$s2.000 millones, o en 0,5 puntos del PBI, finalmente primó el compromiso original y el FMI dejó de lado el reclamo de una profundización de la presión sobre el gasto público.
Los negociadores argentinos plantearon al Fondo que ese reclamo era, directamente, una utopía en medio de un proceso político como el que está atravesando el país. Pero además se mostró sobre la mesa de negociaciones que, en el primer semestre de 2023, la Argentina logró una reducción de gastos por un 10% real; mientras que se proyectó una contracción semejante para el segundo semestre, a fuerza de la caída de parte de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos para los sectores de mayores ingresos.
Economía mostró también ante los técnicos del Fondo que la curva de caída de la recaudación impositiva contra la inflación, es un proceso que va reduciéndose a fuerza de un incremento en los ingresos del comercio exterior, luego de haberse sufrido en los primeros meses del año los efectos fiscalmente devastadores de la sequía. Este era uno de los puntos clave de la negociación: los hombres de Washington no tenían en cuenta las consecuencias en las cuentas fiscales de la pérdida de ingresos fruto de la caída de la recaudación en retenciones y ganancias de las empresas exportadoras primarias; y concentraban toda la crisis generada por la sequía en la caída de las reservas en el Banco Central.
Finalmente, hubo fumata en este capítulo, el FMI reconoció las consecuencias de la caída de las exportaciones en la recaudación, y la meta de déficit fiscal fue recalculada, pero, curiosamente, a favor del país; ya que el nivel de desequilibrio primario entre ingresos y gastos podría extenderse a un 2% o 2,1% del PBI.
Donde no hubo acuerdo es en la defensa de la estrategia de crawling peg por parte del Gobierno, como mecanismo para contener la devaluación del peso contra el dólar oficial. La Argentina venía proponiendo desde abril una idea de devaluación gradual del tipo de cambio oficial por encima de la inflación, bajo la promesa al FMI de que la brecha con los dólares alternativos se iría reduciendo desde el 120% general en que se ubicaba desde la corrida cambiaria de abril.
Aunque se pudo perforar la barrera del 100% y ubicar hoy a la distancia cambiaria cerca del 95%, para el FMI resultó demasiado poco para poder tomarla como una proyección para todo el año. De ahí el reclamo desde Washington por una devaluación más importante que lleve el tipo de cambio oficial por arriba de los $310.Incluso se mencionó en las negociaciones un nivel de entre 317 o 320 de manera inmediata, algo inaceptable para un equipo económico que obedece a Sergio Massa, candidato del oficialismo para suceder a Alberto Fernández. De ahí que los enviados a Washington acepten la alternativa de una devaluación puntual y encubierta, concentrada en algunas importaciones, medida combinada con una nueva versión gradual del dólar agro.
Hoy será una frenética jornada de discusiones, cruces y eventuales acuerdos. El viceministro Gabriel Rubinstein, el jefe de Asesores Leonardo Madcur, el secretario de Hacienda Raul Rigo y el vicepresidente del Banco Central Lisandro Cleri volverán a encontrarse cara a cara con el director gerente para el Hemisferio Occidental Rodrigo Valdés y el jefe del caso argentino Luis Cubeddu. Si las cosas avanzan en la dirección que las partes esperan es probable que en algún momento de la tarde de hoy se sume al cónclave la número dos del FMI, Gita Gopinath; algo que desde Buenos Aires es interpretado como una buena noticia.
Fuente: Ambito