Las últimas elecciones presidenciales de Argentina se vieron inmersas en una batalla constante entre lógica e incertidumbre. El capítulo final se escribió el pasado domingo 19, cuando el libertario Javier Milei se impuso por un amplio 55,69% al ministro de Economía peronista, Sergio Massa, quien obtuvo un 44,3%. Si bien la mayoría de las encuestas predijeron un triunfo de Milei, ninguna tenía entre sus planes una victoria tan aplastante.
“Lo que sorprende es el margen a favor de Milei, se esperaba que la votación fuera más estrecha de lo que finalmente ocurrió y que posibilitó que Massa reconociera su derrota una hora antes de que salieran los resultados oficiales. Sorprende la rapidez del resultado y el margen a favor de Milei”, reconoció Paz Milet, académica del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile. Aunque si bien el gobierno saliente de Alberto Fernández deja una economía endeudada, donde la inflación anual asciende a 142,7% y cuatro de cada 10 argentinos son pobres, el miedo al programa libertario de ajustes y privatizaciones le daba cierta esperanza al “superministro” Massa. Sin embargo, el factor sorpresa comenzó desde mucho antes.
En agosto de 2023, la victoria de Javier Milei en las elecciones primarias con un 30% sorprendió a propios y extraños que esperaban un nuevo duelo entre el peronismo oficialista y la coalición de centro derecha, Juntos por el Cambio. No obstante, Milei se posicionó como una opción anti establishment, mezclando consignas populistas con un programa a largo plazo que busca liberalizar la economía argentina, acaso uno de los países latinoamericanos donde el Estado juega mayor protagonismo en las finanzas y los servicios públicos.
Así, con una fuerte presencia en redes sociales y propuestas radicales que incluían la dolarización, el cierre del Banco Central argentino y la privatización de empresas públicas, Milei le arrebató el liderazgo del voto opositor a la ex ministra del Interior, Patricia Bullrich. Su estilo desenfadado e insolente lo llevó a levantar polémicas como presuntas enemistades con el Papa Francisco y Lula da Silva y el apoyo a un mercado de órganos. Tampoco faltaron las amenazas como la inminente ruptura de relaciones comerciales con China y la destrucción de la “casta política”, que alguna vez representó tanto al peronismo como a sus hoy aliados de Juntos por el Cambio.
El viraje al centro político inició ni bien Milei quedó en segundo lugar (29,99%) para la primera vuelta del 22 de octubre. De hecho, Massa (36,78%) estuvo tan solo a tres puntos de ganar la elección sin recurrir al balotaje. Este peligro a la continuidad del Partido Justicialista en el Ejecutivo argentino llevó a Milei a prometer ministerios a los partidos de Juntos por el Cambio. Incluso, el economista ofreció empleos a militantes de izquierda para su flamante “Ministerio de Capital Humano”.
LA FRAGILIDAD POLÍTICA DE MILEI
Hoy, a puertas de convertirse en el nuevo inquilino de la Casa Rosada, todo apunta a que Javier Milei deberá mantener su apuesta por la negociación si quiere sacar adelante su proyecto político. Un primer factor a tomar en cuenta es el origen de su victoria. Milei cometería un grave error al pensar que el 55% de argentinos que le dieron su apoyo necesariamente simpatizan con el programa libertario. “El voto no ha sido ideológico, sino de hartazgo y demanda de cambio. Ese voto también se inscribe en lo que viene pasando en la región, porque los votantes han optado por cambios antes que continuidades en la mayoría de elecciones recientes”, afirma el politólogo argentino Santiago Mariani, docente de la maestría de políticas públicas de la Universidad del Pacífico (Perú).
De esta forma, mientras los ciudadanos pueden ser una base de apoyo muy volátil, el escaso apoyo parlamentario representa un problema mayor. Este 22 de octubre, se definió que a partir del 10 de diciembre, para los siguientes dos años, Unión por la Patria, la coalición peronista, sería la primera minoría en el Senado argentino con 33 miembros. Estarían tan solo a cuatro escaños de obtener los 37 necesarios para alcanzar la mayoría simple. En cambio, Juntos por el Cambio se quedará con 21 escaños y La Libertad Avanza, alianza que apoya a Milei, solo dispondrá de siete senadores. La Cámara Baja tampoco augura un panorama más alentador: allí, Unión por la Patria obtendrá la primera minoría con 108 curules; Juntos por el Cambio le seguirá con 94 y La Libertad Avanza cierra el podio con 38 escaños.
Esta fragmentación en los tres principales bloques obligará a una negociación constante entre estas fuerzas políticas. Se trata de un escenario desventajoso para un gobierno que ofrece una agenda disruptiva. Así lo asegura Juan Carlos Ladines, economista, analista internacional y docente del Departamento Académico de Marketing y Negocios Internacionales de la Universidad del Pacífico. “En la Cámara de Diputados, la suma de Milei y Bullrich alcanza la mitad, 131 de 257 representantes, con lo cual es un resultado ajustado y refleja la necesidad de alcanzar acuerdos políticos. La pregunta es si luego de promover un discurso beligerante contra el estatus político esto atenderá las propuestas del candidato, ahora presidente Milei”, cuestiona Ladines. Por su parte, Mariani considera que si bien el apoyo de otras fuerzas políticas es necesario, esta decisión es de doble filo. “Podría decepcionar a los votantes más duros que se entusiasmaron con la denuncia de la casta que usó Milei en la campaña como el enemigo del progreso en Argentina”, advierte.
¿DEL “MUNDO LIBRE” A LA RECONCILIACIÓN CON CHINA?
El rumbo de la política exterior también es una incógnita latente. Durante la campaña electoral, Milei expresó su apoyo a Estados Unidos, Israel y el “mundo libre”. A su vez, delineó una lista contundente de enemigos que van desde lo predecible como Venezuela y Cuba hasta lo alarmante como Brasil y China. Bajo la excusa que “no se debe negociar con comunistas”, Milei apoyaba una ruptura comercial con los dos principales socios comerciales de Buenos Aires.
Para empezar, la relación entre Argentina y los dos aliados predilectos de Milei también tendría un cierto factor de incertidumbre. “Aquí es importante entender la mirada que le dará Milei a su gobierno. Si será un enfoque de resonancia a las declaraciones de los Estados Unidos sobre América Latina; o si en cambio, veremos una relación de posicionamiento comercial e inversiones entre Argentina y Estados Unidos. Podría manifestarse en foros como ALCA, Summit of the Americas o la propia OEA”, explica Ladines. En ese caso, ambos países deberían elegir los foros o plataformas convenientes para que sincronicen sus agendas de política exterior y comercial. Resulta importante en un contexto donde se aproxima un nuevo año electoral para Estados Unidos y el posible enfrentamiento entre Joe Biden y Donald Trump, a quien Milei admira.
Cabe destacar que en un escenario de abultada deuda externa y necesidad de proyectos de inversión en obras públicas, estas promesas logran causar mayor revuelo. “Para Argentina, la pérdida de Brasil como mercado comercial sería un costo más grande que el que podría tener el otro país. Es decir, más allá de lo que ha dicho Milei, los incentivos para mantener y hasta profundizar la relación comercial con Brasil, determinarán una revisión de la postura establecida por Milei durante la campaña”, señala Santiago Mariani. La carta de felicitación de Xi Jinping al economista por su victoria también presagia un inminente acercamiento con Pekín que demostraría que el pragmatismo suele imponerse a la ideología en condiciones desesperadas.
Más allá de las amenazas, el futuro del Mercosur, bloque económico integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, también genera un debate. Como una de las consignas clave de Milei es el libre comercio, la pertenencia de Argentina al bloque le impide acordar tratados independientes con otros países. Juan Carlos Ladines resalta que el Mercosur se gestó inicialmente como una alianza entre las dos mayores economías de Sudamérica para que puedan complementarse en sectores como el ganadero, manufacturero y extractivo. Sin embargo, el bloque ha perdido competitividad con los años y no ha llegado a profundizar su integración, según la óptica del analista.
Es importante recordar que Milei no sería el primer líder sudamericano en salirse de un bloque regional para apostar por el bilateralismo. Por ejemplo, ya en 1976, Chile, gobernado por el general Augusto Pinochet, decidió salir de la Comunidad Andina acusando al bloque de “proteccionista”. Desde entonces, tanto en dictadura como en democracia, el vecino de Argentina optó por el “bilateralismo” que le ha permitido acordar Tratados de Libre Comercio (TLC).
“Apostar por TLCs como una herramienta para generar sinergias en mercados y ser competitivos es algo positivo para una economía estancada. Lo que se tiene que evaluar son los impactos de los flujos comerciales y que industrias sensibles pueden verse afectadas. Las negociaciones tendrían que establecer una liberalización comercial progresiva, así como programas de apoyo a industrias específicas”, opina Ladines sobre este posible giro de tuerca del comercio argentino. Por otro lado, el internacionalista se mantiene escéptico ante la dolarización de Argentina, pues resalta que Milei no ha aclarado si obtendrá las divisas extranjeras de la emisión de deuda, privatizaciones u otros medios. Tampoco se ha pronunciado sobre cómo va a aplicar esta política sin que impacte las cuentas fiscales e ingresos familiares.
¿LA OLA LIBERTARIA PUEDE SER UNA REALIDAD?
El carisma de Javier Milei, así como el efecto antisistema de sus propuestas ha calado en grupos descontentos de varios países latinoamericanos. A la fecha, ya existen pequeños “partidos libertarios” en naciones como Perú, Chile y Uruguay. Son grupos que apoyan a Milei como un eventual líder de la derecha regional y su existencia deja una pregunta en el aire: más allá de su éxito o fracaso, ¿el libertarismo podría expandirse fuera de Argentina?
“Cada experiencia tiene sus propias características y el efecto contagio es siempre relativo. En el caso de Milei, sus referentes e interlocutores principales hasta el momento son Trump, (Jair) Bolsonaro y Vox (partido español de extrema derecha). Su posición dificultará la posibilidad de contagiar o entusiasmar a otros proyectos en los países de la región”, sostiene Mariani.
Para el politólogo, el apoyo abierto de Milei a personajes ultra conservadores contradice su mantra de liberalismo que define como el “respeto irrestricto” a la vida del otro y debilita su credibilidad para expandirse entre los países vecinos. En una línea similar, Ladines considera que si bien los “efectos de salpicadura” existen, las condiciones económicas de cada país, sobre todo si se encuentran en ciclos expansivos o contractivos, determinan en buena parte el viraje político en las siguientes elecciones. Así, si bien, la mayoría de los argentinos votaron para poner punto final a 20 años de kirchnerismo. Pero si en cuatro años, las promesas y símbolos libertarios no se materializan en salarios y trabajos decentes, los desalojados del gobierno podrían volver por la puerta grande.
Fuente: America Economia