El sacerdote argentino Carlos Mancuso ha fallecido a los 89 años en La Plata, Argentina, después de que en los últimos días su salud hubiese empeorado. El conocido por ser el exorcista al que el Papa Francisco le reenviaba a las personas que acudían a él pensando que estaban endemoniadas, nació en La Plata en 1934 e ingresó en el seminario en 1955.
El 8 de julio de 1962 fue ordenado en la catedral de su ciudad natal, la misma en la que ejercería toda su carrera, de manos del entonces arzobispo local Antonio Plaza. Entre sus primeras tareas, destacan su cargo como vicario cooperador de la parroquia Nuestra Señora de los Dolores y Nuestra Señora de la Merced en Chascomús.
Después de pasar por otras parroquias y distintos puestos en movimientos de la Iglesia en Argentina, fue durante muchos años fue párroco de San José, capellán del Liceo Naval Militar, asesor del Movimiento de Renovación Carismática, canónigo del Cabildo Catedralicio platense y, durante gran parte de su vida, fue el único sacerdote autorizado por los obispos para realizar ritos de exorcismo dentro del territorio de la arquidiócesis de La Plata, tarea a la que se dedicó mientras su salud se lo permitió.
Fue además Confesor en el Monasterio de las Hermanas Carmelitas y Confesor y Director Espiritual del Seminario San José, en el año 2012 el Papa Benedicto XVI lo distinguió como Prelado de Honor de Su Santidad.
En una entrevista con el diario La Nación, Mancuso contó que su interés por los exorcismos comenzó incluso antes de ordenarse, cuando presenció un supuesto caso de posesión. «En una iglesia de Los Hornos había una mujer que insultaba y presentaba alteraciones», contó. El párroco le tiró agua bendita y sus gritos cesaron. Luego, el sacerdote se le contó al que sería uno de los exorcistas más famosos de Argentina que la mujer gritaba como si alguien dentro de ella se apoderara de su voz: «¿Para qué hablas con el cura?», repetía.
Fuente: El Debate
