Dusambé (30/1 – 37.50). El momento realmente pinta un cuadro vívido de la tensión que enfrentan estos practicantes. La mujer con turbante, que abre la puerta apenas un poco para dejar salir el incienso, simboliza el secreto y la cautela que deben adoptar ahora las personas involucradas en prácticas como la adivinación o la brujería. El incienso, que se usa a menudo en las prácticas espirituales, también enfatiza la atmósfera mística que rodea su trabajo.
Destaca no solo el miedo a las consecuencias legales, sino también el riesgo personal que enfrenta en una sociedad donde se están reprimiendo estas prácticas. Atrapados entre la creencia islámica tradicional y la cultura tayika, el mero acto de abrir la puerta “un poco” habla de hasta qué punto estos practicantes intentan mantener su trabajo bajo el radar, distanciándose de posibles redadas o castigos. La reciente campaña de Tayikistán contra prácticas como la adivinación, la brujería y la adivinación ha despertado mucha atención, especialmente porque estas prácticas están profundamente arraigadas en las tradiciones preislámicas de la región.
La campaña del gobierno parece ser parte de un esfuerzo más amplio para controlar tanto el Islam radical como las creencias ancestrales más antiguas, manteniendo al mismo tiempo la autoridad en un país que ha enfrentado importantes desafíos sociales y económicos desde su independencia.
Es interesante cómo personas como Adalat se han adaptado a la campaña llevando sus servicios a la clandestinidad, ofreciendo consultas fuera de sus hogares para evitar ser detectadas. Un hechizo contra la mala suerte o desear que los genios se vayan son las peticiones más comunes.
El atractivo de estas prácticas parece estar vinculado a los desafíos que enfrentan muchas personas, incluida la pobreza, la falta de acceso a la atención médica y el aumento de la desigualdad social. En un país con acceso limitado a los servicios públicos, la gente puede recurrir a fuentes alternativas de apoyo, como adivinos o curanderos.
La cuestión parece reflejar una profunda tensión entre el mantenimiento de las creencias tradicionales y el deseo del gobierno de imponer una interpretación estricta y controlada por el Estado del Islam, que prohíbe esas prácticas animales.